viernes, 23 de enero de 2015

¿Sabías que el té negro se inventó por accidente?


Así como esta historia, te contamos el origen de cada uno de los té que tanto se conocen, se degustan y forman parte de nuestras vidas, los beneficios de cada uno y el recorrido histórico en la palabra de un experto.


En esta recorrida por las diferentes variedades de esta maravillosa infusión, nos encontramos con uno de los té más clásicos, y también más utilizados para mezclar junto a otras variedades, y uno de los más consumidos habitualmente en la mayoría de las poblaciones de diversas partes del mundo, al que estamos haciendo justa referencia, por ser también uno de los más renombrados, es al té negro.
Té negro

El té negro, deriva de las hojas de Camellia Sinensis, y según cuenta una historia, un barco chino transportaba té verde en los compartimentos de carga, en un viaje a occidente, cuando accidentalmente, éste se fermentó, lo intentaron preservar, secándolo, y se dieron cuenta que ya no era el mismo, sino que habían producido otro tipo de té, y que se podía conservar más tiempo, naciendo de este modo, el té negro. Aunque la hipótesis más plausible, sería que los productores, (en su afán de aumentar la comercialización), trataron de conservarlo en cantidades, con un proceso de secado, fermentado y horneado, que lo conservara así durante mucho más tiempo, para poderlo comercializar.

Junto al té rojo, el té negro, tiene un gran poder de conservación, a lo largo del tiempo, a diferencia del té verde, que al cabo de un año, pierde sus propiedades, la India y Sri Lanka, son los principales países productores de té negro, y entre los más famosos té negros, (especialmente blends), se encuentran el Earl Grey, el Irish Breakfast, o el English Breakfast, siendo el primero uno de los más conocidos en occidente, aromatizado con una base de aceite de bergamota, pero, evidentemente, los de mayor calidad, se aprecian sin saborizantes, gozando al té negro, con sus colores rojizos, con aromas y sabores intensos, con una gran astringencia, mucha corpulencia y un equilibrio que se puede disfrutar en su estado de pureza y concentración suprema.

Té rojo

Al té rojo se lo conoce también con el nombre de Pu-Erh, y se refiere a un condado del mismo nombre ubicado en Yunnan, en el sur China y perteneciente a SiMao y XiShuangBanna. Pu-Erh se incorporó a China en el siglo XIII y se la denomina “la región de la eterna primavera”.

Y es que esta región cuenta con una cadena montañosa, con lluvias constantes y temperatura templada en el que no predominan las heladas, clima en donde el árbol de té rojo llamado Qingmao, se desarrolla en su plenitud sobre todo considerando que el té rojo puede llegar a estacionarse por un período de 60 años.

La preparación del té rojo consiste en una cucharada de postre de la planta de Pu-Erh y agua a 85° durante 3 a 5 minutos, para obtener la infusión en su punto ideal de preparación, quedando con un rojo intenso. Es interesante observar la espuma que genera luego del servido, es recomendable no beberlo con ningún agregado para saborear su esencia pero de agregarle algún endulzante preferentemente que sea de origen natural o integral, nada de azúcar ya que aumenta los valores de grasa.

Sus aromas son más bien vegetales, con notas terrosas, firmes, textura envolvente, seco, pero armonioso, a este té se lo compara normalmente con algunos vinos en los que un mayor tiempo de guarda le otorga una madurez que solo el Pu-Erh puede expresar.

Té blanco

El té blanco fue, históricamente, uno de los té más exclusivos y restringidos, entre todas las infusiones, y es que, según señalaban, tenía propiedades mágicas, para los pueblos chinos. Según cuenta la historia, desde la Dinastía Song, el té fue, especialmente reservado a los emperadores, ya que estaba imbuido de poderes al que solo podían tener acceso los emperadores y los cargos más altos de la nobleza. Y es que la eterna juventud, y la vida eterna, eran buenas razones para cercenar el consumo de té al resto de la población, de modo que si alguien que no estuviera en la alta nobleza, se lo encontraba bebiendo el té blanco, lo pagaba con su vida. Lo que tantos alquimistas y magos querían descubrir, a lo largo de la historia, eran las grandes propiedades de esta infusión, que brotaba naturalmente en las montañas, a 6.000 metros de altitud, junto a los yoguis, en su estado de meditación.

El té blanco, al igual que el té verde, no se oxida, las hojas se cosechan antes de que se abran, se recolecta uno o dos días del año, sus hojas se dejan marchitar, para la evaporación de la humedad, y luego se desecan, su tiempo de secado es de unos tres días, los brotes se encuentran recubiertos de un vello blanco, y de ahí deriva su nombre.

A este té, que se produce principalmente en China, se lo recomienda consumir tres veces al día, y como tiene bastante bajos los niveles de cafeína (a diferencia del té negro), no ocurren problemas relacionados con el insomnio. Para su preparación, se calculan dos cucharaditas de té, se pone a hervir el agua, y antes de que se produzca su ebullición, se saca del fuego, se vierte sobre el té, y se deja reposar unos 5 minutos. Posee un color amarillo claro, con alguna tonalidad dorada, tiene aromas suaves, pero persistentes, sabor afrutado, es muy delicado, y tiene una textura muy amable, con lo que unos minutos de descanso y dedicada meditación, van brillantemente acompañados por una placentera taza de té blanco.

Té verde

Al té verde se lo considera una infusión con muchas características medicinales, es un té resultado de una mínima oxidación y en el que se le aplica calor para detener el proceso de fermentación, o sea que es un té que no se oxida, y se calcula que el té verde se produce en una cuarta parte del mundo.

Es actualmente uno de los té más populares en Occidente, ya que es una de las infusiones más beneficiosas, no solo por sus cualidades antioxidantes, sino también por su alta concentración de polifenoles. El té posee numerosos minerales que ayudan a todos estos procesos, como son el manganeso, hierro, calcio, cromo, sodio, fósforo, fluor, entre otros, justamente en ese sentido, el manganeso y el fluor cumplen un rol importante, por su actividad antibacteriana sobre las caries dentales.

La India y Sri Lanka están entre los mayores productores del té verde, se consumo es muy alto en China, Japón y Vietnam, suele utilizárselo, frecuentemente, por budistas y taoístas, en sus meditaciones, ya que disminuye notoriamente el sueño, y permite un alto grado de concentración.

El color de té, es de un verde claro, tonalidades verdosas con meniscos blanquecinos, con aromas bastante menos marcados que el té negro o el rojo, suave en boca, con cierto amargor al final de boca, notas vegetales, herbáceas, muy equilibrado, es muy positivo apreciar sus notas sin ningún tipo de endulzantes, para poder abstraer sus características centrales, pero se lo suele beber con hielo y con hojitas de menta, que le otorgan características sumamente refrescantes.

Para más información se puede comunicar con Gyokuro, Círculo Argentino del Té donde se dicta la carrera de sommelier de té en forma presencial y a distancia.
   
Por Horacio Bustos Sommelier

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