Existen distintas variedades y tipos que se clasifican según sus componentes, y si bien su elección es una cuestión de gustos, su consumo es vital para nuestro organismo.
Cualquiera de nosotros podría creer que las aguas son todas iguales, pero no lo son. Existen diferencias relacionadas con su origen y con los tratamientos a los que es sometida. Las hay minerales, mineralizadas, con diferentes grados de mineralización, hay algunas más intensas que otras, con alto o bajo nivel de sodio, con o sin gas, entre otras. Para conocer en mayor profundidad y de manera más detallada el curioso mundo del agua, hablamos de sus gustos y sabores con el sommelier de agua, Horacio Bustos, director de Gyokuro Círculo Argentino del Té y miembro de la Eurpena Water Taste, mientras que con la doctora, Analia Yamaguchi, especialista en nutrición y miembro de la Sociedad Argentina de Nutrición dialogamos de la importancia de su adecuada ingesta para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
"Las aguas poseen diversos componentes minerales que le dan sabor y características diferentes. Lo que se va a destacar en el momento de mantener el agua en la boca, es su intensidad y el aspecto gustativo, por ejemplo: si es dulce (generalmente sin gas), salada (rica en minerales), alcalina (con sensación carbonatada), ácida (con algún picor proveniente del gas), y también las hay frescas y equilibradas, cuando no transmiten ninguna sensación predominante", explicó Bustos, quien viene de ser Jurado de Cata de Aguas en el evento, Fine Water, que se realizó en China, en julio del año pasado.
"En cuanto a las temperaturas recomendadas para beber el agua, lo ideal se encuentra entre los 10 °C y los 13 °C, cuando no tienen gas, y entre 14 °C a 17 °C, las gasificadas. No es conveniente beberlas muy frías, ya que, en algún sentido, impide percibir todas las cualidades que posee el agua. Tampoco es conveniente congelar el agua, porque este proceso altera algunas propiedades minerales", señaló el sommelier de agua.
Maridaje entre agua y comida
Al igual que el vino y otros productos, el agua mineral se puede maridar con las comidas, y su similitud también reside en los niveles de intensidad y proporcionalidad de bebida y comida.
“A mayor intensidad del plato, se requerirá mayor intensidad del agua. En este sentido, para un pescado magro con una guarnición vegetal delicada se puede beber un agua mineral sin gas y mientras que una comida en la que esté presente la carne se puede acompañar con un agua mineral con alta mineralización o que sea gasificada”, detalló Bustos.
Tipos de aguas:
El agua mineral natural es la que se obtiene por surgencia natural o por bombeo de un yacimiento (manantial), o bien de un estrato subterráneo (acuífero o napa) mediante una perforación o pozo, y se diferencia básicamente del resto por sus contenidos minerales.
El agua mineralizada artificialmente se elabora a partir de agua de red urbana o de un agua mineral natural, a la que se le adicionan minerales de uso permitido. Ambos productos pueden presentarse con o sin gas.
El agua envasada es un agua de origen subterráneo o proveniente de un abastecimiento público. Se comercializa envasada en botellas contenedores, u otros envases adecuados provistos de la rotulación reglamentaria y que cumple con las exigencias de la ley.
Las aguas de manantial son aguas potables de origen subterráneo que emergen espontáneamente en la superficie de la tierra o se captan mediante labores practicadas al efecto, con las características naturales de pureza que permiten su consumo, previa aplicación de los mínimos tratamientos físicos requeridos para la separación de elementos materiales inestables. A diferencia de las minerales naturales no han demostrado acción específica en el organismo humano.
El agua y la importancia de la hidratación
La falta de una adecuada ingesta de agua nos puede llevar a un estado de deshidratación, que puede ser leve, moderado o grave. "Tan sólo un 2% de deshidratación es suficiente para afectar negativamente el rendimiento cognitivo y la función motora de nuestro organismo. Debemos tener en cuenta que cuando una persona tiene sed, ya se encuentra deshidratada. Cuando se manifiesta la sed, nuestro organismo ya se encuentra parcialmente deshidratado, debido a que el sistema que regula la sed no es tan eficaz. Por tanto, para prevenir la deshidratación, la clave se encuentra en no esperar a tener sed para beber”, explicó la especialista en nutrición.
“La recomendación para adultos es de 2 y 2,5 litros diarios (no menos de 8 vasos de agua por día). Los niños y las personas mayores son los segmentos de la población que más se deben cuidar de un cuadro de deshidratación, porque los jóvenes disponen de un "sistema de alerta". En el caso de los adultos mayores es necesario recordar que con la edad, disminuye la percepción de la sed y su capacidad renal también se ve afectada, y se pone en peligro de deshidratación. Las personas de edad avanzada necesitan beber agua aunque no tengan sed y deben realizar una ingesta de agua de forma gradual a lo largo del día”, manifestó Yamaguchi.
Signos de deshidratación leve o moderada:
- Sed
- Boca seca o pegajosa
- No orinar mucho
- Orina amarilla oscura
- Piel seca y fría
- Dolor de cabeza
- Calambres musculares
Signos de deshidratación grave:
- No orinar u orina amarilla muy oscura o de color ámbar
- Piel seca y arrugada
- Irritabilidad o confusión
- Mareos o aturdimiento
- Latidos cardíacos rápidos
- Respiración rápida
- Ojos hundidos
- Apatía
- Shock (flujo sanguíneo insuficiente a través del cuerpo)
- Inconsciencia o delirio
Mantener una ingesta adecuada de agua nos permitirá llevar una dieta sana y saludable, y mantenernos hidratados. Tomar conciencia de lo que consumimos, observando la información brindada en el rotulado nutricional de los envases, nos ayudará a conocer mejor las propiedades de cada producto y podremos elegir los que más se encuadren en nuestros gustos y necesidades.
"Lo importante en un agua es mirar la cantidad de minerales que tiene, el origen del producto y la clasificación del agua si es mineral, mineralizada etc. En general las aguas que se encuentran en Argentina son de baja mineralidad", expresó la nutricionista.
"En nuestro país, las aguas para consumo humano están reguladas, como el resto de los productos alimenticios, por el artículo 12 del Código Alimentario Argentino (CAA). Allí están detalladas definiciones, características, clasificación, requisitos de envases, factores de calidad y pureza, y los aspectos que deben aparecer en el rotulado. Como mínimo se debe informar sobre el origen", señaló.
"En Argentina tenemos aguas minerales de alta calidad y no tienen nada que envidiar a las importadas. Muchas aguas nacionales han ganado premios en el exterior y existen, además, otras que son de tierras orgánicas", agregó Bustos.
Muchas gracias a la periodista Guadalupe Sena y al Diario Clarin por la entrevista.